09 noviembre 2015

El éxito del "matonismo" alauí es posible gracias al apoyo de EE UU, Francia y España

En 1965, un ministro marroquí secuestró al argelino
Ben Barka en comandita con el Gobierno francés y
 cinco años después Rabat remató el arresto de Basiri
 en El Aiúm... ¿a quién le extraña que París y
 Madrid comprendan tan bien a Rabat 
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Estos días es noticia el 40.º aniversario de la rendición de la dictadura franquista ante la Marcha Verde organizada por la monarquía marroquí, que partió de Tarfaya el 6 de noviembre de 1975. El Gobierno español ordenó la retirada de las tropas y permitió la ocupación del Sahara Occidental.
Pocos medios han recordado esa efemérides como merece y todavía han sido menos los que han noticiado el 50.º aniversario de la desaparición de Mehdi Ben Barka, líder de la izquierda marroquí arrestado por policías galos el 29 de octubre de 1965 en París, oportuno suceso al que se sumó cinco años después la desaparición del líder saharaui Basiri, en El Aiún (España).

Basiri no existió...

En Marruecos apenas se habla del 50.º aniversario del secuestro de  Ben Barka y del 45.º de la desaparición del activista saharaui Sidi Brahim, Basiri, incluso está prohibido hacerlo.
Es como si jamás hubiera existido. 
Un año después de que la ONU reclamara por segunda vez la convocatoria del referéndum fue constituido el Movimiento Nacional de Liberación Saharaui (MNLS), liderado por Mohamed Sidi Brahim, más conocido como Basiri.
El MNLS y Basiri obtuvieron el apoyo expreso de la práctica totalidad de los clanes nómadas y de la mayoría de las entidades y asociaciones saharahuis con sede en las áreas urbanas de la costa, incluida la capital de la provincia, El Aiún.
Sin embargo, a pesar de que el mandato descolonizador aprobado en la ONU legitimaba las demandas de la población, Madrid reprimió con sistemática brutalidad los actos reivindicativos y las manifestaciones (todas pacíficas) de los ciudadanos españoles de etnia saharaui, prohibiendo todo tipo de reuniones
.

Las dos efemérides son silenciadas en los mass media
 
Las efemérides referidas a Ben Barka y Basiri han sido silenciadas, en tanto que el 40º aniversario de la invasión suma cientos de páginas y decenas de horas de emisión en los medios del sultanato norteafricano, no en vano el mismísimo Mohamed VI ha viajado a El Aiún para celebrar la ocupación de la provincia de la "sagrada patria" española...
El sultán ha reiterado la falacia de que el Sahara Occidental es tierra marroquí y ha reactivado los planes mediante los que el régimen está logrando alterar la composición demográfica de la hoy colonia alauí. Al mismo tiempo, el gobierno magrebí desarrolla la enésima operación policial y militar contra los saharauis que siguen reclamando el referéndum ordenado por Naciones Unidas ¡en 1960!
Las detenciones suman decenas, pero de esto tampoco informa casi nadie en Marruecos ...¡ni en Europa!
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¿Quién ordenó secuestrar y matar a Ben Barka?

Ben Barka fue arrestado el 29 de octubre de 1965 por policías franceses en el bulevar de Saint Germain (París) cuando se dirigía al encuentro de Georges Franju, cineasta francés que ultimaba los preparativos para rodar un documental sobre la descolonización del Magreb.
Los gobiernos francés y marroquí negaron desde el primer momento estar implicados en el episodio.
Siete años después del secuestro, cuando ya habían transcurrido cinco desde que la Justicia gala emitió sentencia y ya fallecido el condenado más relevante, el general Mohamed Ufqir, en 1972, el Gobierno marroquí reconoció oficialmente que el militar magrebí había sido el organizador del secuestro pero que había actuado ¡«a título personal»!, textual.
La versión de Rabat era kafkiana, pues cuando Ben Barka fue secuestrado Ufqir era nada más y nada menos que ministro de Interior.
El reino alauí ha insistido siempre en que el ministro obró al margen del resto del Gobierno y del sultán, movido exclusivamente por el odio que le inspiraba el líder de la socialdemocracia del país norteafricano.
En Francia, cuyo Gobierno se vio obligado a aceptar que la autoridad judicial abriera una investigación y un procedimiento penal, las pesquisas habían concluido que Ben Barka fue recluido en una casa de campo cercana a París donde fue sometido a tortura e interrogado hasta la muerte por agentes franceses dirigidos por el general marroquí Ufqir, quien se habría desplazado de incógnito a la capital francesa para participar personalmente en los interrogatorios.
El juicio, celebrado en 1967, condenó a penas de cárcel a varios agentes implicados y a Ufqir, juzgado en rebeldía, a cadena perpetua. Marruecos rechazó entregar al organizador del secuestro y del asesinato ...y Francia no insistió
Los hechos relatados por los investigadores presentaban numerosas lagunas pero el guion era hijo de las escasas pruebas obtenidas.
Como era de esperar, no se pudo precisar el grado de participación ni el rango de las autoridades galas implicadas o conocedoras de la detención ilegal, ni tampoco se supo dónde había ido a parar el cadáver; la muerte fue consecuencia de una parada cardiorrespiratoria provocada por la tortura, según testimoniaron los agentes galos condenados, que también coincidieron en decir 
«desconozco lo que hicieron los marroquíes con el cadáve
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Los gobiernos francés
y marroquí sabían
quiénes, cómo y para qué

Recién iniciado el siglo XXI, dos nuevos testimonios permitieron completar el relato elaborado durante el juicio, al tiempo que ayudaron a atar cabos sueltos y confirmaron la implicación de altos cargos franceses, apuntando directamente al  segundo escalafón del Gobierno.
La primera de las aportaciones fue realizada por el antiguo agente de la inteligencia marroquí Ahmed Bujari, quien aseguró que el cuerpo de Ben Barka fue transportado a un centro de detención clandestino ubicado en Rabat, donde fue «disuelto con ácido» en una caldera. 
Bujari sustentó su declaración con detalles que sólo podía conocer quien participó en el traslado y destrucción del cuerpo, tanto es así que incluso precisó que él había sido el encargado de diseñar y ordenar la fabricación del recipiente donde el ácido consumió el cadáver.
El otro testimonio fue el de un antiguo comisario francés, Lucien-Aimé Blanc, jefe directo de dos de los policías galos condenados en el juicio de 1967. 
El ex comisario, ya jubilado, aportó las transcripciones de las escuchas telefónicas realizadas por los servicios secretos franceses, que conocieron los preparativos del secuestro pero nada hicieron para impedirlo, lo cual sólo tiene dos explicaciones: omitieron informar a sus superiores [posibilidad esta que en su día nadie consideró creíble y sobre la que el Gobierno guardó silencio] o sí lo hicieron, lo que indica que hubo indicaciones políticas gubernamentales para que el delito fuera consentido y silenciado.
Mientras Francia ha lavado la ropa sucia y ensangrentada que dejó en Marruecos y en la capital de la metrópoli, el Estado español jamás ha movido un dedo para saber qué fue de Basiri, el líder saharaui detenido por soldados españoles y desparecido en El Aiún.
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Un nazi al frente
de la Prefectura de París

El máximo responsable gubernativo de París (prefecto) y por tanto jefe de la Policía cuando Ben Barka fue detenido por varios agentes franceses era el filonazi Maurice Papon.
Papon (1910-2007) inició su carrera política en 1931, con sólo 21 años, ni siquiera había finalizado todavía la carrera de Derecho. Ostentó distintas responsabilidades públicas y la invasión alemana no interrumpió su progresión, pues se puso a las órdenes del Ejecutivo de Vichy, siendo el responsable directo de la deportación de 1.645 judíos [esta cifra refleja sólo los identificados] como secretario general de la Prefectura de la Gironda (Burdeos), lo que conllevaba ser el encargado de "asuntos judíos", negociado creado e impuesto por el III Reich en todos los regímenes colaboracionistas.
Finalizada la guerra, Papon se declaró antinazi, seguidor de De Gaulle, burló todas las purgas [circunstancia sorprendente que nunca ha sido esclarecida de forma racional por parte del Estado francés] y en 1949 fue nombrado prefecto de Argelia (jefe de todas las fuerzas de seguridad), responsabilidad que ostentó hasta 1954.
Bajo su mandato, la tortura y las ejecuciones extrajudiciales se convirtieron en habituales y la guerra sucia contra los independentistas argelinos tuvo rasgos propios de un genocidio.
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Masacre de 1961:
decenas de cadáveres
fueron arrojados al Sena

En 1954 Papon regresó a Francia para hacerse cargo de la Prefectura de París, alcanzando máxima notoriedad en los círculos de poder como responsable de la mayor operación policial ejecutada contra el movimiento anticolonial argelino, que poseía numerosos militantes y colaboradores en la urbe parisina y sus alrededores.
La operación se inició el 17 de noviembre de 1961: las redadas, los registros, los asaltos policiales de viviendas y los enfrentamientos callejeros causaron entre 60 y 500 muertos, según las fuentes.
Decenas de cadáveres fueron tirados al Sena y los restos fueron emergiendo o varando río abajo y hallados a lo largo de varias semanas.
Las autoridades jamás realizaron una investigación oficial de los hechos, por lo que fue imposible precisar el número de fallecidos y se desconocen las causas concretas de la mayoría de las muertes, si bien casi todos los cuerpos recuperados y examinados por facultativos presentaban impactos de bala, habiéndose detectado cuerpos con numerosos huesos rotos, marcas de haber sufrido torturas e incluso mutilaciones.
El presidente de la república era el general Charles de Gaulle, que dio el visto bueno a una vasta y pormenorizada operación de intimidaciones y "agradecimientos" mediante los que el Gobierno logró que casi todos los medios minimizaran la masacre perpetrada [casi todas las cadenas de radio y periódicos convencionales, además de la estatal RTF, colaboraron sin problemas con el Ejecutivo de De Gaulle].
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Párrafo de Los atentados de París,
la sombra de Argelia y la venta de
armas francesas a Arabia Saudí
,
de Robert Fisk, publicado en

Sin Permiso
(22.11.2015) 
1998: Papon fue condenado 
a diez años, de los que
solo cumplió tres

En 1965, cuando el marroquí Ben Barka desapareció Papon también hizo uso de sus habilidades y contactos de alto nivel para enterrar el secuestro; cosa que finalmente no logró debido al rebumbio internacional que concitó el suceso, no en vano el dirigente de la oposición marroquí era uno de los impulsores de la Tricontinental [la OSPAAL fue constituida oficialmente dos meses después de la desaparición de Ben Barka], se trataba de un personaje conocido y respetado por todos los gobiernos democráticos y por las más altas instancias de Naciones Unidas. Pese a todo, las malas artes de Papon impidieron el total esclarecimiento del suceso.
En los años setenta Papon seguía políticamente vivo y fue elegido y reelegido diputado; es más, durante el trienio 1978-1981 fue ministro de Presupuesto.
Ese año, 1981, ese demócrata de toda la vida tuvo que echarse a un lado porque el periódico Le canard enchaîné obtuvo y publicó documentos con la firma de Papon que probaban sin sombra de duda la participación activa y voluntaria del funcionario francés en la persecución de judíos y de opositores al régimen pro nazi de Vichy.
En 1998, tras varios juicios absurdos y trufados de singularidades, el ex ministro francés filonazi fue finalmente condenado por crímenes contra la humanidad. El tribunal le impuso una pena desproporcionada, por leve: 10 años de prisión. Papon intentó abandonar Francia, pero fue capturado camino de Suiza y encarcelado. Sólo permaneció en prisión poco más de tres años, en 2002 fue liberado atendiendo a su avanzada edad (92) y su precaria salud. Falleció en febrero de 2007.

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