20 junio 2015

El plasma de Rajoy ha confirmado que el periodismo agoniza

Un medio, poco importa cuál, informa: «Mariano Rajoy ha vuelto a levantar polémica entre los periodistas y los medios de comunicación por anunciar los cambios en la cúpula del Partido Popular haciendo uso de la pantalla de plasma». Textual.
¿Polémica?, ¿dónde, cuándo, quiénes, cómo…? Lo cierto es que esa polémica ni siquiera da para hacer la entradilla.
El poder ejecutivo y el partido de gobierno convocan falsas ruedas de prensa, eso es cierto, pero lo de la polémica es sensacionalismo, una exageración cuya única utilidad real es justificar (o tapar) el silencio de la práctica totalidad de los propietarios de medios y la vergonzosa pasividad (o escasa relevancia) de las organizaciones profesionales y sindicales del sector, sin menoscabo de las que sí denuncian pero son silenciadas.
El escenario lo completan los periodistas, que en general (no todos) ya son obedientes mandados, corderitos o lo que es peor, esquiroles; en todo caso, la inmensa mayoría son asalariados supervivientes que laboran con la angustia de que en cualquier momento pueden ser degradados, marginados o incluso despedidos.
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[Esa trágica situación --que también lo es para los ciudadanos en genreral que son los destinatarios de la información y de la desinformación-- es fruto de la suma de varios factores: desde la reforma legislativa de las relaciones laborales hasta la recesión económica, etcétera, pasando por el desarme ético provocado por la absurda creencia de numerosos periodistas de que no son asalariados, y la cada vez más generalizada renuncia a criterios profesionales básicos, amén de otros detalles de menor calado]
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Viñeta, J·R·Mora
La banca, el amor y
los creditos interesados

Las empresas movilizan personas y equipos con los costes que supone, desde los salarios y el transporte hasta el desgaste de materiales y las horas de trabajo perdidas.
Desplazar a un periodista, un fotógrafo o un técnico para que asista a la retransmisión de un discurso —¡para colmo leído!— es tirar el dinero; sin embargo, las empresas callan y por tanto, dan por bueno dilapidar euros y desaprovechar fuerza productiva.
En un país regido por un Estado democrático de Derecho en el que impera el sistema de libre economía (cuyos mentores loan --al menos de boquilla-- los sacrosantos controles de costes, la productividad y demás premisas sistémicas), cuando una entidad o institución quiere comunicar algo sin exponerse a las preguntas de los periodistas remite un telefax o un correo electrónico a los medios. Punto.
Pero la sociedad española NO se rige económicamente por criterios capitalistas sino que, en rigor, España es un "pegote precapitalista" donde el valor más preciado por la mayoría de empresarios sigue siendo el corporativismo y, para colmo, España es un Estado de Derecho que… ¡piii! [autocensura por temor a ser imputado de algo]...
En ese escenario
 hay entidades e instituciones que prescinden de toda racionalidad y convocan falsas ruedas de prensa y --con la complicidad de los grandes medios-- colocan a los periodistas ante una pantalla de plasma, los profesionales toman nota, graban imágenes de las imágenes retransmitidas y por mucho que se diga y aunque haya polémica, nadie dice ni mu...
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Hay avances tecnológicos para bien, sin duda, pues permiten
comunicar mejor y más rápido... pero ¡el oficio es informar!  

El plasma es otro aviso de que el periodismo está cambiando para morir y ser comunicación sin más: repetidores, postes, loritos... eso sí, con muchos columnistas y tertulianos: es la gran ilusión de los periodistas listos, dar el salto a la "profesión" de columnista o tertuliano y si es posible, ser subdirector o director, cargos y responsabilidades cada vez más cómodos porque están asumiendo (algunos ya lo han hecho al 100 %) las funciones del empresario o de los gestores de la sociedad propietaria para controlar a los periodistas, que poco a poco están siendo transformados en simples comunicadores: correveidiles... ¡qué más nos da!; si prefieren plasma, no es nuestro problema, concluyen los ya enajenados.
Una sociedad sana y un Estado democrático de Derecho tienen varios pilares y a simple vista hay algunos que parecen pequeñitos, aparentemente prescindibles. El plasma es una broca también pequeñita; nada importante, dicen, sólo hace agujeritos de 6 milímetros de diámetro en uno de los pilares.
Hay más brocas y más gruesas haciendo agujeros en otros pilares. Los que manejan esas "armas" saben lo que hacen.
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CON ANTERIORIDAD:
«Empresas asociales y periodistas indignos alegan que "el cliente siempre tiene la razón"»,
«De cómo demasiados periodistas renuncian a ejercer el oficio»,
«La estrategia de la manipulación que aplican el Poder y numerosos medios»,
«Cada vez más, la información política es un rosario de palabras huecas»,
«El futuro de la prensa y el oficio de periodista»,
«¿Usted pagaría un euro diario para leer simplezas y lo que ya sabe?».
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DE INTERÉS y relacionado:
El ultranacionalismo español no ha entendido (ni siquiera lo intenta) que una cosa es el Estado-nación español y otra la configuración social y cultural del mosaico de las Españas; así las cosas, es difícil que esos ultras anclados en el pasado lleguen a comprender (y admitir) cosas "tan modernas" como que la libre información es consustancial a un Estado democrático de Derecho.

1 comentario:

  1. La derecha siempre ha tenido alergia a los cambios, entre imputados anda el juego. Todo es una farsa.

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