27 octubre 2014

Rousseff, reelegida presidenta gracias a que la clase trabajadora todavía no ha olvidado a Lula

Dilma Rousseff ha superado el profundo desencanto social causado por el Holanda 2, Brasil 1 en los cuartos de final del Mundial de fútbol y ha sido reelegida presidenta de Brasil.
La eliminación del Mundial es lo que nueve de cada diez ciudadanos europeos recuerdan de la historia reciente y de la actualidad brasileña... conste que nueve me parece una tasa "prudente"...
Si alguien insiste en el asunto y pregunta qué destacarían del país latinoamericano, los nueve mencionan las garotas y la samba, el cristo del Corcovado, el Amazonas, las favelas… poco más. Tales son, en general, los elementos que conforman la imagen de Brasil en España y en el conjunto de Europa.
Es la realidad que construyen demasiados medios "serios".
Las favelas constituyen el único de los elementos citados que refleja un aspecto de la sociedad brasileña. Es una realidad parcial, cierto, pero es realidad. ¿Y en cosas de la política? En ese aspecto lo único que prácticamente todos los europeos conocen son tres palabras y un personaje: Lula da Silva.
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¿Usted conoce a Dilma Rousseff?...
Esa es la que puso Lula, ¿verdad?
Nadie someramente informado ignora que la victoria electoral de Rousseff en 2010 se debió al respaldo del presidente más votado de la historia de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pues durante su mandato Brasil empezó a dejar de ser la suma de garotas, cristos del Corcovado, Amazonas, Ipanemas y demás tópicos festivos o referidos a la prodigiosa naturaleza del país.
Rousseff era y sigue siendo la heredera de Lula, quien la escogió como sucesora pese a que había cuadros del Partido dos Trabalhadores (PT) más experimentados y políticamente más capaces que ella, pero Dilma Rousseff había demostrado ser la más hábil y oportuna, la que mejor sabía cuándo callar o clamar, fruncir el ceño o sonreír. 
Los primeros cuatro años de mandato han demostrado lo que algunos analistas (pocos) se atrevieron a enunciar: Rousseff es la versión latinoamericana de la izquierda estilo Tercera Vía, más edulcorada e inspiradora de humanitarismo porque combatir la miseria enternece al más bregado, pero aunque se pinte con colores bonitos (incluido el rojo) el PT de Rousseff es similar a la socialdemocracia que triunfó y finalmente ha sido derrotada en Europa porque a fuer de ser "responsable" es más papista que el papa. 
Rousseff alcanzó la presidencia con el PT cuando este navegaba con Lula al timón y con el viento de cola, sin que su credibilidad sufriera quebranto grave debido a la corrupción del PT, ya descubierta entonces, era cosa de cuatro gatos ajenos a Lula y en cierto modo, inevitable en un Brasil con larga tradición chanchullera que para colmo está gobernado por una variopinta e incontrolable coalición.
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Si el triunfo es por lo pelos, corresponde analizar el porqué
Hoy la presidenta está satisfecha pero pensativa. Probablemente evitará reconocerlo, pero es lógico imaginar que una vez finalizado el recuento ha inspirado profundamente y resoplado.
Russeff sabe, o sus asesores y analistas así se lo habrán remarcado, que conserva el cargo gracias a los votos de las clases baja y media-baja (la mayoría de los votantes del resto de las clases medias han dado la espalda a Rousseff). Este dato no le hará sonreír, pero debería tenerlo muy presente durante los próximos cuatro años.
En 2010, los primeros pasos de Rousseff como presidenta pisaron las huellas de su predecesor: respetar las reglas del mundo financiero sin genuflexiones y aplicar políticas sociales, en línea con las que puso en marcha Lula para erradicar la pobreza y propiciar el desarrollo económico (si bien Rousseff ha introducido gotas de desarrollismo; es decir, la fórmula del PIB por el PIB, que es peligrosa porque propicia situaciones de riesgo y burbujas).
En todo caso, la presidencia y el gobierno funcionaban regular tirando a bien; los programas para erradicar la miseria --dotados de fondos más elevados que en época de Lula-- despertaron admiración dentro y fuera de Brasil. Todo o casi todo iba sobre ruedas, al margen de problemas de caja propios de un país emergente que combina poseer un incalculable poderío con una Administración débil y/o inadecuada.
Pero el escenario cambió cuando se descubrió que Brasil padecía uno de los cánceres que más estragos causa a los gobiernos y a los Estados: la corrupción. Durante la etapa de Lula ya existía, pero era de proporciones menores. Con Rousseff ha ido a más; mejor dicho, a mucho más, y tal como era de esperar el centrista Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB) lo aprovechó pese a ser miembro fundamental de la coalición que pilota el PT. 
La oposición también lo aprovechó, lógico... ¡ah! me olvidaba: el poder financiero también.
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El teleférico de las favelas, en Rio de Janeiro
Foto, Yasuyoshi Chiba / AFP
La inflación siempre aparece
en el momento oportuno...
En ese clima de tensiones, que en principio eran más políticas que sociales y económicas, la cosa se complicó al salir a escena la inflación, que siempre aparece oportunamente y también como casi siempre ocurre (pero rara vez se dice en los medios "serios"), crecía básicamente por la inercia que mueve el funcionamiento de la banca y de las empresas, sobre todo de las grandes, empeñadas en mantener los beneficios aunque la coyuntura no sea propicia. Peor aún, convencidas de que la esencia del capitalismo es ganar más y más y más [hay salvajes que han llegado a teorizar que esa codicia es buena ¡porque así sube el PIB!], para lo cual recurren a lo que sea preciso, desde alimentar burbujas hasta encarecer los precios; además de bajar los salarios... naturalmente.
Combatir la inflación sólo con las armas del sistema siempre genera disfunciones, desde el aumento de la competencia desleal y los males derivados de la caída del consumo, hasta los desajustes monetarios y cambiarios [el real ha tenido que ser salvado en el mercado de divisas en al menos dos ocasiones, que se sepa].
Luego subió el precio del dinero, de modo que el crédito se puso difícil, las pequeñas y medianas empresas se resintieron, el desarrollo económico perdió gas, el crecimiento muchísimo más, las malditas cifras econométricas lanzaron sus absurdas e interesadas alarmas y todo lo negativo se multiplicó, también mediáticamente y siempre en beneficio de… ¿hace falta decirlo?
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España no es la única que dilapida dinero en lujos absurdos
Sin embargo, la fuga más grave para el caudal de votos del PT estaba por llegar.
La política del alarde para lucir encantos y crear espejismos con inversiones millonarias en infraestructuras y en planes urbanísticos depredadores [en el caso brasileño para organizar grandes acontecimientos deportivos] no sólo exigen esfuerzos presupuestarios excesivos y constituyen un bumerán, sino que además multiplican exponencialmente las oportunidades de enriquecimiento fácil: corrupción.
El descontento social provocado por las grandes obras que causaban perjuicios sociales, las protestas por el encarecimiento de los transportes públicos, las movilizaciones contra las expropiaciones, los abusos y las estafas urbanísticas, las huelgas… Todo indica que llegó un punto en el que la inteligencia del Gobierno se adormeció: la imagen del Ejército garantizando "el orden" en las favelas y en los barrios populares anunció el fin de la era dorada del PT.
Dilma Rousseff ha superado el Holanda 2, Brasil 1 y ha sido reelegida presidenta... ¡por los pelos! 
De entrada, se puede dar con un canto en los dientes y de salida, debería aprender las lecciones recibidas, entre las que descuella una: sigue en el cargo gracias a las clases media-baja y baja.

CON ANTERIORDAD:
Noviembre 2010, "Rousseff, hija de un abogado búlgaro y una maestra brasileña, elegida presidenta de Brasil".
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ANÁLISIS:
* "O Brasil de Dilma Rousseff", por Roberto Mansilla Blanco, vía IGADI, y
* "Por qué los sindicatos votaron a Dilma y Tabaré", por Víctor Baez Mosquiera, vía NUEVA SOCIEDAD.
INFORMACIÓN relacionada:
* En 2013, por primera vez en 10 años, aumentó la pobreza extrema en Brasil. Más detalles, en El país. 

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