06 febrero 2011

Egipto, otro éxito del periodismo que convierte la realidad en espectáculo

El "partido de lo políticamente correcto" ordena que todo lo que ocurre en los países
de mayoría musulmana es equiparable; más claro: el islam explica todo... ¡patético!
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Las movilizaciones que protagonizan en Egipto en torno a un millón de personas en un país de 86 millones de habitantes [de los que 1 de cada 3 reside en El Cairo o sus alrededores] merecen interpretaciones para todos los gustos. Una vez más, en Europa triunfa el eurocentismo y para desgracia de la información, también el occidentalismo.
Numerosos telespectadores, radioyentes y lectores de periódicos han advertido que un elevado porcentaje de las informaciones difundidas por los medios convencionales forman parte de una suerte de espectáculo y a su vez, la mayoría de las interpretaciones constituyen el catecismo que adorna y ordena el escenario ...y las mentes.
Mas no nos engañemos, el porcentaje de ciudadanos conscientes de esa perversión todavía es bajo, quizá en otros países no sea así, pero todo apunta que la mayoría de la población española "traga" con lo que difunde la TV, que en España sigue siendo la reina del mundo de los medios.
Prueba de la superficialidad informativa imperante son los telediarios de La 1, que ofrecen casi exclusivamente la versión más simple del movimiento anti Mubarak pese a que TVE ha desplazado a la zona un amplio equipo de profesionales que, paradójicamente, apenas remite informaciones que permitan entender qué narices ocurre y sobre todo por qué, cómo, quiénes, cuánto y cuántos, dónde, qué canastos está pasando lejos de El Cairo, en Alejandría, Port Said, en el rural del delta y en las localidades de la ribera del Nilo alejadas de la capital, en el estratégico canal de Suez, en los cuarteles, las mezquitas, los zocos...
Eso sí, los problemas personales y las dificultades técnicas que padece el equipo para desempeñar su labor han llegado a ocupar más de la mitad de varias de las crónicas retransmitidas desde El Cairo.
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[De las informaciones que ofrecen Antena3 y Tele5 cabría decir otro tanto, pero son empresas privadas y no tienen las obligaciones deontológicas y éticas que deben guiar la labor y la información de TVE como ente público. Mención aparte, todo sea dicho, merece el reportaje de Ángela Rodicio difundido ayer sábado en Informe semanal de TVE, trabajo que constituye un ejemplo de por donde debería ir el periodismo, también el audiovisual, pues tanto arriba como abajo hay quienes parecen convencidos de que con emitir imágenes ya está todo hecho]
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Cabe resumir el aluvión de simplezas con tres interrogantes:  
Hay ocasiones, como esta, en que leer la prensa alimenta
la convicción de que los periodistas y analistas hablan
entre ellos para consensuar lo que publican 
 ¿Alguien que sea razonablemente sensato puede afirmar (¡y creer!) que el futuro de Egipto se decide en la mediática plaza de Tharir?; 
 ¿Por qué hay tantos informadores y analistas empeñados en restar relevancia a los Hermanos Musulmanes?
Hay algunos que han llegado a esgrimir como ¿prueba? de la "escasa fuerza" de esa opción política un dato puntual: sus miembros ¡sólo! suponen el 20 % de las personas movilizadas en El Cairo (dato que para colmo no es tal, sino pura hipótesis, de modo que ese grupo islamista quizá aporta más del 20 % de manifestantes, o quizá menos); y 
 ¿A qué obedece difundir tantas loas al ejército egipcio? Curiosamente, la mayoría de periodistas y analistas europeos atribuyen a los generales egipcios el papel de pacificadores y garantes de la democratización; ¿será porque durante el prolongado postnasserismo, bajo las presidencias de Anuar el Sadat y Hosni Mubarak, han sido el sostén fundamental de un régimen caracterizado por el nepotismo, la ausencia de libertades, el saqueo económico y la corrupción?
Hay otra explicación pero es más chusca, pues supone dar por buena la tesis de que esos generales han tenido una epifanía moral y en apenas unas horas han pasado de ser (casi todos) unos tipos autoritarios y corruptos (desvíos de fondos, comisiones, suministradores pactados, empresas ad hoc, etcétera) a demócratas de toda la vida.
Por último, de las crónicas y análisis también es obligado destacar que el partido de lo políticamente correcto mantiene la simpleza de equiparar todo cuanto ocurre entre Rabat y Yakarta, pasando por Túnez, Trípoli, El Cairo, Damasco, Amán, Bagdad, Riad, Saná, Teherán, Lahore, Daca... es decir: como en todos esos países la mayoría de la población es musulmana lo correcto es pensar que si hay islam, el resto de factores y el rosario de circunstancias propias de cada país poco o nada importan. ¡Patético!
Visto el simplismo que una vez más recorre casi todas las redacciones de Europa, el jardín egipcio dará muchas sorpresas.
Es otra victoria del periodismo que convierte la realidad en espectáculo --escuela que arrasa en casi todos los canales de televisión.
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CON ANTERIORIDAD: 
"En Egipto la dictadura siembra el caos para desmovilizar a los ciudadanos". 
LIBRO: "Los árabes. Del imperio otomano a la actualidad".

3 comentarios:

  1. Tus preguntas tienen varias posibles respuestas, pero a mi entender hay una certeza que bien podría englobarlas a todas: la pasmosa facilidad con que el periodista se transmite a sí mismo.

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  2. Guillermo, muy probablemente has dado en la mayor de las perversiones del oficio: escuchar atentamemte al yo y al nosotros, y prescindir del tu, él, vosotros y ellos.
    Un abrazo.

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  3. La desinformación en la era de la información. Es curioso que una vez más "occidente", con sus "agencias de inteligencia" incluidas, no se han enterado de nada porque sus "intereses" les han nublado la vista. Y ahora tratan de buscar interpretaciones variadas a algo que no entienden.

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