27 julio 2014

El Gobierno de Irak no teme perder el poder, sino quedarse sin país que gobernar

Bagdad ha logrado frenar el avance del EI, pero afronta dos retos cruciales:
satisfacer a los kurdos y poner coto a la influencia de Irán entre la minoría chií
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La situación en Irak sigue deteriorándose y, sobre todo, adquiere mayor profundidad social, religiosa y, por tanto, política. Hay abundantes pruebas de ello.
Así, de entrada, el jefe de gabinete del Ministerio de Asuntos Exteriores iraquí, Naser al-Kanaani, ha acusado a Estados Unidos de inhibirse y, por tanto, beneficiar a los «grupos terroristas para favorecer sus intereses» geopolíticos y económicos en la región, aludiendo a que Washington se ha lavado las manos en la guerra civil abierta por las milicias del Estado Islámico [EI, antes EIIL].
Sin embargo, tanto o más grave que los éxitos de las milicias del EI es el creciente aislamiento y desprestigio del Gobierno central, que no solo es ninguneado por la mayoría de Estados de la región –sobre todo por Irán—, sino también por el Gobierno autónomo del Kurdistán.
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El ejército iraquí se ha recuperado de la sorpresa inicial
La rebelión de los takfiríes del EI [la takfirí es la secta más radical del jariyismo, la tercera gran familia del islam, en competencia siempre con el sunismo y el chiismo] ha perdido fuerza en el Irak central, al menos de momento, entre otras cosas porque el Ejército iraquí se ha repuesto de la sorpresa inicial y ha logrado detener los avances de los yihadistas del EI.
Al amparo de ese éxito militar, Al-Kanaani también ha criticado la actitud de los países de la región y a Occidente en general por sus inhibiciones «frente al terrorismo» que asuela Irak.
Tras insistir en que el Gobierno iraquí es sólido, Al-Kanaani ha hecho un llamamiento a todas los líderes políticos y religiosos del país para que se mantengan unidos y secunden al Gobierno central para «eliminar el terrorismo internacional», en alusión a las milicias takfiríes, a las que por motivos ignotos pero con evidente oportunismo político, Bagdad vincula con los restos del partido Baaz [o Baas, la formación a la que pertenecía y que utilizó Sadam Husseín para tomar el poder y posteriormente crear una tupida red de alianzas y complicidades socio-económicas].
El Gobierno iraquí, según han informado varias agencias, ha infligido un importante castigo al EI (antes EIIL) en Tikrit, donde habría fallecido un importante dirigente «baasista-takfirí», identificado como Salah Abderramán Abush.
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Los kurdos ganan peso
Casi al mismo tiempo que el Gobierno central llamaba a la unidad de todos los iraquíes para derrotar al EI, el jefe del Gobierno autónomo del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, insistía en el proyecto de independizarse de Irak y constituir un Estado kurdo; y añadió, esto es sustancial, que «Estados Unidos no está en contra» de la segregación.
[El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, recaló recientemente en la capital kurda, Irbil, y comunicó a Barzani la satisfacción de Washington por el alto grado de estabilidad logrado en el Kurdistán kurdo y su predisposición a premiar ese éxito para proteger los intereses de las multinacionales petroleras en ese territorio, el único de Irak donde la explotación de los pozos apenas ha sufrido problemas de seguridad]
A modo de respuesta a Al-Kanaani, Barzani ha subrayado la existencia en Irak de «distintas identidades», citando expresamente a chiíes, suníes, kurdos y cristianos [por lo general y al igual que hace Barzani, la mayoría de analistas y periodistas entremezclan las adscripciones étnicas (kurdos, árabes) y religiosas (musulmanes suníes y chiíes, cristianos, judíos, jariyíes u otras)].
Hasta ahora, al hablar de sectores o grupos sociales o políticos iraquíes todos los analistas omitían a los jariyíes por tratarse de una minoría aparentemente menos relevante que las de cristianos, judíos y mazdeístas; sin embargo, de entre esas cuatro minorías los seguidores del jariyísmo siempre han sido los más "ruidosos", máxime los de la secta takfirí, que constituye uno de los componentes básicos del autodenominado Estado Islámico (antes EIIL).
[Los takfiríes han protagonizado periódicos episodios de elevada resonancia porque mantienen la tesis de que la obligación de todo buen mahometano es matar a los no creyentes que invaden territorios islámicos y a los musulmanes que traicionen al islam]
Barzani ha ido más allá y ha negado la existencia de una identidad o nación iraquí, lo cual es rigurosamente cierto, pues las fronteras de Irak, al igual que la mayoría de las de Oriente Próximo y Mesopotamia fueron trazadas tras la caída del Imperio Otomano, que fue derrotado en la Gran Guerra. Los "delineantes" responsables del actual sinsentido fronterizo, que se consolidó tras la II Guerra Mundial, fueron las tres potencias coloniales de la región: Gran Bretaña, Francia y... las ya entonces poderosas multinacionales del petróleo, con Estados Unidos en la trastienda.
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Bush (izq.) y Al-Maliki, en una imagen que data
de 2008, durante la estancia del entonces
presidente de EE UU en Irak. La relación
entre ambos fue fluida, lo que contrasta con
el creciente distanciamiento entre el
mandatario iraquí y Barack Obama
El primer ministro es el blanco
de casi todas las críticas
El líder kurdo ha puesto en duda que el Gobierno central sea capaz de derrotar militarmente a corto plazo a las milicias del EI (antes EIIL) y apuntó que el éxito de la yihad lanzada por la secta tafkirí se debe en parte a «las dañinas políticas» que ha puesto en práctica Bagdad, y ha imputado la máxima responsabilidad al primer ministro, Nuri al-Maliki.
La parlamentaria iraquí Alia Nasif ha sido la encargada de responder a Barzani, al que ha disparado con grueso calibre, pues acusa al Gobierno autónomo kurdo de haber permitido a las milicias del EI el asalto y toma de control de la ciudad de Mosul en junio pasado.
El intercambio de reprobaciones y críticas entre los gobiernos central y autónomo va in crescendo desde que las fuerzas militares kurdas, los peshmerga, se negaran a ceder el control de la ciudad de Kirkuk al Ejército iraquí tras expulsar de la ciudad a las milicias tafkiríes.
Nasif, consciente de que EE UU e Israel mantienen buenas relaciones con las autoridades kurdas, ha advertido de que «Irak no será desintegrado, tal y como desea Israel».
En paralelo, a través de la cadena de TV iraní Al-Alam, el vicecanciller del régimen de los ayatolás, Huseín Amir Abdolahian, también afirma que existe un «plan sionista para dividir Irak», y ha lanzado un aviso a navegantes: «Jamás permitiremos la materialización de el sueño del primer ministro israelí», Binyamin Netanyahu.
El diplomático iraní ha subrayado que «si las autoridades oficiales de Irak cursan una petición para la compra o la entrega de armas destinadas a combatir contra el terrorismo [en alusión a las milicias del EI], Irán satisfará la petición en el marco de los derechos internacionales y los conocidos y usuales contratos bilaterales».
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Demasiados frentes abiertos para un Estado que sigue "en obras"
Quizá para templar los ánimos y restando importancia al ofrecimiento iraní, el Gobierno central iraquí ha insistido en que «la Constitución prevé que el país pueda ser gobernado aplicando un sistema federal», lo que en el Kurdistán ha sido interpretado como una invitación a ampliar las competencias y poderes de la región autónoma con la finalidad de preservar la unidad territorial de Irak, para lo que ya se hacen gestos, como ha sido el de nombrar presidente (jefe) del Estado a un kurdo.
En todo caso y sin olvidar que el escenario iraquí puede variar de un día para otro, hoy la situación se caracteriza, resumiendo, por lo siguiente:
a) a pesar de los últimos éxitos del Ejército iraquí, las milicias tafkiríes todavía gozan de notable poderío militar y controlan vastas zonas y varias ciudades de la mitad occidental del país;
b) la región autónoma kurda es la única que disfruta de cierta estabilidad social y económica, por lo que sus autoridades –al margen de alardes independentistas— exigen mayor protagonismo a la hora de decidir el futuro de Irak, para lo que cuenta con el apoyo de EE UU;
c) El Gobierno central, ahora centrado en combatir al EI, quiere a toda costa salvar la integridad territorial, pero sabe que si para ello tuviera que recurrir a las armas, las posibilidades de éxito serían prácticamente nulas, motivo por el que está dispuesto a negociar la implantación de un Estado federal.
Al mismo tiempo, Bagdad trata de evitar una excesiva aproximación a Teherán, temeroso de que el chiísmo político de los ayatolás alimente los anhelos de los chiíes iraquíes, entre los que también hay partidarios (aunque minoritarios en su ámbito) de dividir Irak en tres Estados soberanos.
En definitiva, la invasión y ocupación de Irak por parte de EE UU y sus aliados ha dejado varias herencias negativas, tal es el origen de la inestabilidad social y política que acusa el país.
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ACTUALIZACIÓN (30 julio 2014):
Las autoridades estadounidenses han aprobado la venta a Irak de 5.000 misiles Hellfire para ayudar al Gobierno de Bagdad en la guerra civil contra las milicias del EI.

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