07 junio 2010

Citigroup despide a una neoyorquina por ser demasiado atractiva...

La medida obedece a una iniciativa
de sus compañeros de trabajo
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La neoyorquina D. L. [en la foto], empleada de la banca Citigroup, ha sido despedida por ser demasiado atractiva.
La empresa decidió prescindir de los servicios de D. L. tras varias protestas de sus compañeros de trabajo, que elevaron una queja formal a la directiva aduciendo que la mujer es tan atractiva que se sentían obligados a mirarla y les distraía de sus ocupaciones.
La iniciativa de los empleados resulta más incomprensible de lo que ya es por sí sola porque la despedida usaba prendas de vestir que no dejaban al descubierto zonas de su cuerpo más allá de lo considerado "correcto", tal como prueban varias fotografías captadas en horario laboral con anterioridad a que estallara el singular conflicto.
Sin embargo, los muy excitables varones de la oficina de Citigroup alegaron que todas las prendas que portaba la señora D. L. resaltaban sus encantos físicos. Es decir, que la mujer resultaba tan y tan atractiva para todos ellos que daba igual lo que se pusiera.

[Para tener una idea precisa del vestuario habitual de D. L. y de su reprobable atractivo,
pulse aquí y visite Village voice

En diciembre del año pasado, cuando las protestas de los empleados arreciaron, los responsables de Citigroup parlamentaron con D. L., a la que indicaron las prendas de ropa y los zapatos que debería vestir y calzar para evitar que sus compañeros no perdieran el tiempo mirándola.
Lógicamente, no hubo acuerdo.
El episodio es todavía más patético si se tiene en cuenta que numerosos hombres --¡y también mujeres!-- que conocían a D. L. o vieron fotos consideraron correcta la propuesta de los directivos de Citigroup, al entender que la única solución razonable consistía en imponer a D. L. una serie de condiciones en cuanto a vestimenta.
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Insensatez estadounidense... y europea

El episodio no solo ha merecido ser noticia, sino que además ha permitido evaluar el grado de educación social en determinados aspectos. Y no solo en rEstados Unidos, sino también en España, donde el episodio ha sido -difundido por Cotizalia, y el resto de Europa.
El texto de Cotizalia ha merecido buen número de comentarios de lectores (de ambos sexos), entre los que abundan las opiniones que poco o nada desmerecen de las que hicieron los neoyorquinos y neoyorquinas que se asustaron ante los atractivos de D. L. y justificaron su despido.
Hay comentarios que permiten evaluar por donde van los tiros en materia de educación sexual, laboral, empresarial y social de un notable porcentaje de los ciudadanos.
Los ejes de ese tipo de comentarios son ella, su ropa y los "comprensibles apetitos" de los varones, por utilizar una expresión suficientemente clara sin emular la zafiedad de algunos y algunas que, para colmo, van de moralistas... Todos esos comentarios dejan en segundo plano o ignoran las cuestiones más relevantes, por ejemplo:
* ¿Es lógico y admisible que sus compañeros de trabajo convirtieran los atractivos de D. L. en un asunto de orden disciplinario, personal y a la postre en un problema laboral que debía solventar la empresa?;
* ¿Hasta qué punto tiene derecho una compañía a imponer normas que invaden el terreno de lo privado?;
* ¿Es justificable que hayan despedido a D. L.?
Al margen de mil y una consideraciones, los hechos indican que la dirección de recursos humanos de Citigroup debería proporcionar asistencia psico-social a sus empleados, sin olvidar que los directivos que intentaron entrometerse en la vida privada de la mujer y acabaron privándola de su empleo adolecen de escasa calidad humana.

4 comentarios:

  1. el problema no está en la ropa, está en los ojos del que mira.

    esta noticia me parece surrealista, en serio, impropia de los tiempos en los que vivimos.

    trabajo en un ambiente masculino y procuro vestirme adecuadamente pero no porque haya hombres o no, es por mi misma, por mi puesto de trabajo, pero no por eso dejo de poner un escote si me apetece y el que no quiera mirar que no mire... no soy una monja, no estoy obligada a llevar uniforme, así que puedo vestirme como quiera, dentro de un orden.

    biquiños,

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  2. Anónimo7/6/10, 9:48

    Estoy contigo, Félix, en la frase final. Aunque sé que el problema lo tiene Lorenzana por quedarse sin trabajo, creo que el principal problema lo tienen los empleados de Citigroup, deberían pedir cita al psiquiatra. Y la empresa, yo les pondría una demanda.

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  3. ¡Que cosa más ridícula!

    saludos

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  4. Me ha tocado "llorar" con el post de Bélmez y me toca "llorar" con el asunto que aborda este. ¿Cuándo nos vas a hacer reír? A propósito de Lorenzana, en las constituciones habría que añadir que nadie puede ser discriminado por razón de su belleza, ¿no? ¡Hay qué ver! Apertas.

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